PARA PENSAR: ¿Qué es más importante a la hora de valorar moralmente una acción: las consecuencias de la misma o la intención con que se realiza? |
1. ¿LA MORAL ES UNIVERSAL?
En la historia de la humanidad nos encontramos con una gran diversidad de pueblos y culturas, cada uno con unas costumbres y modos de vida particulares. La antropología cultural estudia esta inmensa riqueza. A partir de sus estudios, podemos decir que todos los pueblos tienen una moral, actúan de acuerdo a lo que consideran bien o mal. En este sentido, la moral es universal. Sin embargo, en muchos casos las distintas culturas parecen entender por bien y mal cosas diferentes.
Cuando la filosofía reflexiona sobre estos hechos y trata de hacer una ciencia universal de la ética, se encuentra con la dificultad de que no puede basarse en lo que opina cada individuo o pueblo. Uno de los propósitos de las éticas formales consiste en soslayar este problema centrando el papel de la ética en determinar cómo debe realizarse una acción para poder considerarla moral, en lugar de atender a lo que cada uno considera admisible.
Ahora bien, hay dos tipos de éticas, aquellas en las que lo correcto depende de que se acepte un objetivo determinado y otras en las que esto no es así. En las primeras se nos dirá, por ejemplo, qué debemos hacer si queremos ser felices; en las segundas, en cambio, podemos encontrar indicios de cómo debemos actuar si queremos hacerlo correctamente.
2. ¿ES NECESARIA LA ÉTICA HOY?
Al comparar la sociedad de hoy en día con la forma de vida propia de épocas pasadas nos damos cuenta de los profundos cambios que se han producido en los últimos años.
Esta transformación se debe al efecto de los avances científicos y técnicos, al desarrollo económico y social, a la creciente interrelación entre las distintas partes del mundo y a la evolución de las costumbres y de las formas de pensar.
La sociedad en que vivimos es cada vez más compleja, diversa e interesante. Sin duda, esta complejidad enriquece nuestra vida, pero al mismo tiempo suscita nuevos problemas y desafíos que antes no existían. En este entorno resulta esencial disponer de algún tipo de guía que nos ayude a orientar nuestro comportamiento y nuestras decisiones.
Algunas veces habrá oído decir que en un mundo como el nuestro, donde lo que importa es la eficacia y los resultados prácticos, la ética no tiene mucho que aportarnos. Hay quienes creen que actualmente ya no sirven de mucho las reflexiones de unos filósofos que murieron hace siglos y que ni siquiera podían imaginar nuestras preocupaciones modernas.
Sin embargo, justamente hoy en día la ética es más necesaria que nunca. La complejidad y los retos de la sociedad en que vivimos nos plantean continuos desafíos morales a los que es necesario dar respuesta.
A pesar de todos nuestros avances científicos y técnicos, si no contamos con la ayuda de unos criterios éticos claros, corremos el riesgo de adoptar decisiones equivocadas de las que luego podemos acabar arrepintiéndonos. Por eso resulta tan importante conocer las nociones éticas fundamentales que deben guiar nuestro comportamiento.
Hoy en día, los criterios éticos de conducta que consideramos esenciales están basados en la Declaración de Derechos Humanos. Cualquier decisión o medida que adoptemos tiene que ser compatible con el respeto a la dignidad y los derechos de las personas.
Además, debemos recordar que el desarrollo científico, económico y social debe preocuparse por el cuidado de nuestro planeta, para garantizar un porvenir sostenible a las generaciones futuras.
En definitiva, en un mundo donde a pesar de tantos avances existen múltiples amenazas a la dignidad y a los derechos humanos (guerras, terrorismo, hambre....), la reflexión ética resulta más necesaria que nunca.
Piensa, por ejemplo, en cuánto sufrimiento nos habríamos podido ahorrar si aquellos que desencadenaron la última gran crisis económica hubieran actuado según principios éticos y no movidos por intereses egoístas.
3. ¿DECIDO YO EN MI VIDA?
Si te paras a pensar detenidamente en tu propia vida, te darás cuenta de que hay muchos factores importantes que han marcado tu existencia pero que tú mismo no has elegido.
Para referirse a todos estos factores, el filósofo español José Ortega y Gasset usaba la palabra circunstancia. Según él, en la existencia individual de cada persona siempre se puede distinguir una parte de la vida que nosotros no hemos elegido, sino que simplemente nos hemos encontrado.
Tu circunstancia está formada por todos esos factores que te rodean y que forman parte de tu vida aunque tú no los hayas escogido. Entre ellos están el país en el que naciste, las costumbres de la sociedad en la que habitas, las creencias compartidas por la mayoría de la gente que te rodea o el idioma que hablas.
Por supuestos, en tu vida también hay muchos otros elementos que tú sí que has podido escoger. Lo que sucede es que cada vez que eliges tienes que hacerlo teniendo en cuenta la circunstancia en la que te encuentras. Ortega resumía esta situación con una frase que se ha hecho famosa: “Yo soy yo y mi circunstancia”.
Con estas palabras quería decir que en mi vida está todo lo que yo ha ido construyendo con mis propias elecciones, pero también aquello que me he encontrado y que inevitablemente debo tener en cuenta a la hora de escoger.
Por ello afirmamos que según Ortega en la vida de toda persona pueden distinguirse dos elementos interrelacionados: el yo y la circunstancia, es decir, lo que nos rodea.
Ortega insistía en la importancia de tener en cuenta nuestra circunstancia para poder elegir nuestro propio rumbo vital. Según él, cada vida individual es un proyecto personal que solo puede desarrollarse eligiendo entre las distintas opciones a nuestro alcance.
Aunque haya cosas que no dependen de ti, y que forman precisamente tu circunstancia, lo cierto es que tu vida la vas construyendo tú mismo al elegir libremente entre las diferentes posibilidades que se te presentan. Por eso, si quieres que tu vida sea verdaderamente tuya, no te queda más remedio que aprender a decidir de manera independiente, pensando por ti mismo con madurez y responsabilidad.
En el ámbito de la ética esto significa que debemos esforzarnos por actuar con autonomía. Una persona es autónoma cuando es capaz de elaborar sus propias normas de conducta. La actitud contraria a la autonomía es la heteronomía, que se produce cuando las reglas de nuestra conducta no las decido yo, sino que las establecen otros.
A continuación te mostramos algunos ejemplos de comportamiento. ¿Se trata de conductas autónomas o heterónomas? ¿Por qué? Fíjate en el siguiente ejemplo: Un niño que estaba llorando se calla cuando su padre se lo ordena. Es heteronomía porque el niño no decide por sí mismo lo que debe hacer, sino que obedece las órdenes establecidas por su padre. *Una alumna estudia y hace los deberes porque sus padres le dicen que esa es su obligación. *Una alumna estudia y hace los deberes porque cree que eso es lo más conveniente para su futuro. *Veo que a una persona se le cae la cartera al suelo. La recojo y se la devuelvo porque creo que eso es lo correcto. *Veo que a una persona se le cae la cartera al suelo y se la devuelvo porque estoy con mi amigo Juan y sé que vería muy mal que yo me quedase con el dinero. *Mi amiga Marta está estudiando derecho porque quiere trabajar ayudando a las personas que son acusadas injustamente. *Una persona acoge a un refugiado en su casa porque cree que es su deber ayudar a los necesitados. |
4. ¿HAY UNA SOLA ÉTICA?
Tomarse en serio la autonomía tiene importantes consecuencias en el ámbito de la moral, porque nos obliga a cuestionar muchas de las teorías éticas que los filósofos han propuesto a lo largo del tiempo. Si te fijas, verás que la mayor parte de las propuestas éticas que conoces conducen a la heteronomía en lugar de a la autonomía. Veamos en detalle por qué esto es así.
Las teorías éticas que has estudiado hasta ahora son éticas de bienes. Todas ellas comienzan suponiendo que existe un objetivo supremo para la vida humana, que se identifica con el bien que todos deseamos alcanzar.
Por eso suele decirse que son éticas materiales, ya que tienen un contenido concreto que se corresponde con ese bien al que se quiere llegar. Una vez aclarado cuál es el máximo bien al que aspiramos, la teoría ética nos ofrece una serie de propuestas para que podamos aproximarnos a él con nuestras acciones. Las éticas materiales tienen un contenido específico, basado en una determinada concepción del bien supremo que las personas debemos esforzarnos por conseguir. Pero estas teorías presentan varios problemas importantes:
*Por un lado, son éticas heterónomas en vez de ser autónomas, ya que las normas están condicionadas al logro del fin o bien supremo que esa teoría nos propone.
*Por otra parte, las normas de conducta que se nos sugieren solo valen si estamos de acuerdo con el objetivo que persigue esa teoría. Si yo no comparto la visión del bien máximo que tiene esa teoría ética, resulta que esas reglas de comportamiento no me valen.
*Así pues, las éticas materiales son hipotéticas, porque sus orientaciones de comportamiento no valen siempre, sino que solo son válidas a condición de aceptar el contenido material que esa teoría nos propone.
El problema que tiene la ética material es que las normas de conducta no las elige el individuo, sino que vienen determinadas por el bien que estamos tratando de alcanzar.
Para superar las limitaciones que tienen las éticas materiales hace falta inventar un nuevo modelo de teoría ética completamente distinto.
Si queremos que las normas de comportamiento valgan para todos, necesitamos una propuesta ética que sea universal en lugar de ser hipotética. Esto solo puede lograrse eliminando el contenido material de la ética y prescindiendo de plantear un objetivo concreto para la vida.
¿Cómo se puede elaborar una teoría ética que no persiga ningún objetivo determinado? A primera vista parece imposible desarrollar una propuesta de este estilo. La única manera de lograrlo consiste en renunciar al contenido material de la teoría, proponiendo en cambio una ética formal.
Las teorías éticas formales carecen de un contenido específico porque no establecen ningún bien supremo para orientar nuestro comportamiento. A diferencia de las éticas materiales, las formales no nos indican cuáles son las reglas de conducta que debemos seguir.
En vez de decirnos qué reglas tenemos que seguir, las éticas formales simplemente nos señalan cuál debe ser la forma que deben tener nuestras reglas de conducta, es decir, cómo deben ser estas reglas para que nosotros podamos establecerlas haciendo uso de nuestra autonomía.
Aunque esta modificación puede parecer muy pequeña a simple vista, en realidad introduce una manera completamente distinta de entender la ética.
Las éticas formales prescinden del contenido material de las reglas de conducta, prestando únicamente atención al procedimiento que debemos seguir para elaborar autónomamente esas normas. Esta es la única manera de garantizar que nuestras normas puedan ser universalmente válidas, sin que importen las condiciones particulares de cada caso.
ÉTICAS MATERIALES | ÉTICAS FORMALES |
Responden a la pregunta “¿Qué debemos hacer?” | Responden a la pregunta: “¿Cuáles son los principios en los que debe basarse nuestro comportamiento?” |
Tienen un contenido material porque establecen un fin o bien supremo (placer, felicidad...). | No tienen ningún contenido material porque no establecen ningún fin ni nos indican las reglas concretas de conducta. |
Nos dicen cuáles son las normas morales que debemos seguir para alcanzar el objetivo que intentamos lograr en la vida. | Únicamente nos indican la forma o el procedimiento adecuado para elaborar nuestras normas morales. |
5. ¿DEBEMOS SER AUTÓNOMOS?
La importancia que tiene la autonomía en la ética fue subrayada con especial insistencia por el filósofo alemán Immanuel Kant en sus reflexiones sobre la moral.
Kan aspiraba a elaborar una propuesta que pudiera servir para todos los seres humanos, sin importar su situación ni el lugar o el momento en que viviera cada uno. Pero esto solo puede lograrse prescindiendo del contenido material de la ética y elaborando en su lugar una teoría ética formal.
La teoría ética de Kant propone que cada persona elabore sus propias reglas de manera autónoma. Al tratarse de una ética formal, esta teoría no nos dice cuál debe ser contenido de estas reglas. Lo único que nos indica Kant es el procedimiento que debemos seguir cuando elaboremos las normas para asegurarnos de que estas reglas sean válidas.
De acuerdo con la ética de Kant, solo las reglas de conducta que tengan una forma adecuada pueden considerarse moralmente aceptables.
Si quiero que las normas individuales de conducta que autónomamente he elegido, o máximas, resulten éticamente válidas debo asegurarme de que las he elaborado siguiendo el procedimiento adecuado.
Este procedimiento se puede enunciar de varias maneras, aunque tal vez la más clara sea la siguiente:
Elige siempre normas de conducta que puedas querer que se conviertan en leyes universales.
Kant llamaba imperativo categórico a este requisito básico que todas las máximas individuales deben satisfacer. Esta formulación del imperativo categórico insiste en la importancia de elegir reglas de conducta que puedan ser universales.
De acuerdo con la propuesta kantiana, cuando estamos pensando en las reglas de comportamiento que vamos a escoger tenemos que hacer un esfuerzo para imaginar qué es lo que ocurriría si todas las personas se comportasen del mismo modo.
¿Sería deseable un mundo en el que todos se guiasen por las mismas normas de conducta que nosotros hemos elegido? Si la respuesta es negativa, entonces esas normas de conducta no son válidas, porque no son universalizables.
Según la ética de Kant, las reglas individuales de conducta que yo he elegido de manera autónoma, solo son moralmente aceptables si respetan el imperativo categórico.
Esta es la condición formal a la que deben ajustarse todas las normas de comportamiento para que puedan ser válidas.
Un ejemplo de conducta individual. Imagina que estoy pensando si siempre tengo que decir la verdad. Después de pensar, decido que voy a decir la verdad cuando me parezca oportuno, pero voy a mentir cuando me convenga. ¿Satisface esta máxima de conducta el imperativo categórico? Para saberlo debemos pensar en lo que sucedería si esta regla fuese una norma universal. ¿Querríamos un mundo en el que todos mientan cuando les convenga? En esta situación nunca podríamos confiar en los otros, porque jamás sabríamos si están diciendo la verdad o si están mintiendo. Cuando alguien decide adoptar una norma como esta, espera que los demás digan la verdad mientras él se reserva el derecho excepcional de poder mentir. Esto es lo que la ética de Kant prohíbe: no podemos hacer reglas individuales que sean una excepción, porque nuestras normas deben ser universalizables. |
Además de la formulación que hemos dado anteriormente, existen otras maneras distintas de enunciar el imperativo categórico. Una forma alternativa de expresar la condición que nuestras normas deben cumplir es la siguiente.
“Elige siempre normas de conducta que respeten la dignidad de la persona y que traten a los demás como fines en sí mismos y no solo como medios”.
Para entender el significado de esta formulación alternativa del imperativo categórico podemos pensar de nuevo en el ejemplo anterior.
Cuando alguien decide reservarse el derecho a mentir cuando le parezca conveniente, en realidad lo que está haciendo es manipular a las personas que le rodean para obtener una ventaja personal.
Esta conducta no respeta la dignidad de los demás, sino que los usa como medios para sacar un beneficio individual. Kant nos indica que en lugar de hacer esto tenemos que esforzarnos por tratar a los demás como fines en sí mismos que se merecen nuestro respeto.
En la ética kantiana, la razón desempeña un papel fundamental. Kant insiste en la importancia de la autonomía del individuo, que debe ser quien elabore racionalmente sus propias reglas. Para ser válidas, estas deben ajustase al imperativo categórico. Sin embargo, esta condición no nos dice cuál debe ser el contenido específico de las reglas, sino que únicamente nos señala el procedimiento para elaborarlas. Por eso la propuesta de Kant no es una ética material, sino formal.
6. ¿DEBEMOS CUMPLIR CON NUESTRO DEBER?
Vamos Viendo que la ética de Kant, con su insistencia en el respeto del imperativo categórico, está más interesada en la universalidad de las normas que en las posibles consecuencias de nuestros actos.
Esto puede apreciarse muy bien en el ejemplo que estamos manejando. Para respetar el imperativo categórico tenemos que decir siempre la verdad. Pero decir siempre la verdad también puede crear problemas o causas situaciones difíciles para los demás.
Qué sucede, por ejemplo, cuando alguien me pregunta lo que pienso sobre su aspecto, que a mí me parece espantoso ¿Tendría aquí que decirle la verdad o sería conveniente engañarle para evitarle una decepción?
En este aspecto, la propuesta ética de Kant es tajante. Según Kant, nuestra obligación moral consiste en respetar el imperativo categórico en todas las ocasiones, sin tener en cuenta las posibles consecuencias que ello pueda acarrear.
La teoría de Kant no es una propuesta consecuencialista, es una ética deontológica, porque insiste en la importancia de cumplir siempre con nuestro deber.
De hecho, Kant creía que no somos responsables de las posibles consecuencias de nuestros actos, ya que muchas veces los efectos de nuestro comportamiento escapan de nuestro control. De lo que sí somos moralmente responsables es de cumplir con nuestra obligación.
Por eso la actitud éticamente correcta consiste en actuar siempre respetando el deber, que para Kant se basa en elegir normas que podamos querer que se conviertan en universales y que al mismo tiempo respeten la dignidad de todos los seres humanos.
LA ÉTICA KANTIANA | |
FORMAL | DEONTOLÓGICA |
No persigue ningún fin o bien supremo. | No tiene en cuenta las consecuencias de nuestros actos. |
Establece cómo deben ser las normas para tener validez moral. | Se basa en el cumplimiento de nuestro deber. |
Analiza el siguiente dilema moral y explica si la decisión tomada es moralmente correcta según la ética kantiana. Luego, indica cómo habrías actuado tú, argumentando tu punto de vista: “Una persona contrae una grave enfermedad y los médicos informan a sus familiares de que le quedan unos pocos meses de vida. El enfermo es una persona muy vitalista y se hundiría psicológicamente si le dijeran la verdad. Por otra parte, pide que sean sinceros con él y que no le oculten nada. Después de meditarlo mucho, deciden no contarle la verdad y le ayudan a pasar lo mejor posible el tiempo que le queda de vida. |
7. ¿LAS NORMAS DEBEN SER DEBATIDAS ENTRE TODOS?
La ética de Kant, que es una teoría completamente distinta a todas las propuestas anteriores, ha tenido una enorme influencia en el pensamiento sobre la moral.
Muchos filósofos han expresado su admiración por la originalidad y profundidad del enfoque kantiano sobre la ética, que hace hincapié en la manera que debemos seguir para elaborar nuestras normas, más que en las consecuencias de nuestros actos. De aquí arrancan las diversas teorías contemporáneas basadas en la ética procedimental.
Sin embargo, la ética kantiana también ha recibido críticas, precisamente por tratarse de una propuesta formal y no material. Algunos autores le acusan de haber elaborado una teoría sin contenido, vacía y abstracta, en la que faltan orientaciones específicas para saber cómo debemos actuar en los casos concretos de la vida cotidiana.
Como sabemos, la ética procedimental presta especial atención al modo en que deben elaborarse las normas de conducta para que estas puedan considerarse válidas. La ética de Kant es una ética procedimental, ya que el imperativo categórico nos proporciona un criterio para determinar cuándo son moralmente aceptables las reglas elaboradas autónomamente.
Sin embargo, las limitaciones del imperativo categórico y su carácter excesivamente vago y abstracto han llevado a algunos autores contemporáneos a intentar reformular la ética procedimental a partir del proceso de diálogo.
La ética dialógica de Apel y Habermas es una propuesta elaborada en nuestro tiempo para orientarnos en las difíciles decisiones a las que tenemos que enfrentarnos en la sociedad actual.
Se trata de una teoría procedimental, como la propuesta de Kant, pro en lugar de basarse en un imperativo categórico de aplicación individual, lo que hace es prestar atención al proceso de interacción colectiva en el que se establecen las normas que todos debemos respetar.
De acuerdo con Apel y Habermas, si queremos elaborar unas normas de conducta moralmente aceptables, lo que debemos hacer es abrir un proceso de diálogo en el que todos los interesados e interesadas puedan participar en igualdad de condiciones. Así, todos los afectados por una decisión determinada podrían dar su opinión y manifestar sus preferencias, en una discusión abierta y sincera donde no haya presiones de ningún tipo y en la que todos puedan expresarse con libertad.
Esto es lo que Habermas denomina una comunidad ideal de diálogo, en la que el proceso de debate debería servir para establecer unas reglas comunes aceptadas por todos. En la práctica puede ser difícil satisfacer todas estas condiciones, pero lo cierto es que esa sería la situación más adecuada para poder garantizar que las normas puedan elaborarse conjuntamente, mediante el acuerdo y la negociación.
Para que este proceso de diálogo sea adecuado es necesario que los participantes se ajusten a una forma renovada del imperativo categórico.
Para la ética discursiva, el imperativo categórico podría reformularse en los siguientes términos:
“Elige siempre aquellas normas de conducta que hayan sido acordadas por todos en un proceso de diálogo abierto y sin trabas”.
Algunos autores han criticado a Apel y Habermas por haber apoyado su teoría en un proceso de diálogo ideal y perfecto que está muy lejos de existir en la realidad.
Sin embargo, también hay que señalar que hoy en día este modelo es el que sirve de inspiración para el funcionamiento de muchas instituciones democráticas, como los parlamentos nacionales, la Asamblea de las Naciones Unidas o los organismos de la unión Europea.
8. ACTIVIDADES.
a) ¿En qué consiste para ti “la vida buena”? Argumenta tu respuesta.
b) Buscamos en internet información sobre la banca ética y preparamos una exposición.
c) Investiga sobre obras benéficas, filantrópicas o sencillamente altruistas llevadas a cabo por personas adineradas.
d) Si estuvieras en la situación de las personas adineradas del apartado anterior, ¿qué harías con el dinero? Haremos una lluvia de ideas en clase y votaremos las cinco propuestas más interesantes.
e) ¿Crees que dar limosna es bueno para quien la recibe? ¿Y para quien la ofrece?
f) Investigamos en internet en qué consiste la llamada “renta de ciudadanía”.
g) Un caso práctico sobre la ética dialógica para establecer las reglas de conducta en tu centro escolar:
Siguiendo los principios de la ética dialógica, para establecer unas normas según un procedimiento adecuado tienen que cumplirse los siguientes requisitos:
*Todos los interesados deben participar en el diálogo para que puedan mostrar cuál es su posición con respecto al tema que se está debatiendo.
*Todos los participantes deben tener igual derecho a manifestar su opinión en un proceso transparente y abierto, sin presiones ni coacciones y sin que pueda impedirse a nadie el uso de la palabra.
*Las normas de comportamiento deben establecerse mediante el consenso, de manera que todos los que han intervenido en el debate puedan reconocerlas como válidas y aceptarlas.
Trata ahora de aplicar esta situación, propia de una “comunidad ideal de diálogo”, a las condiciones específicas de tu centro educativo. Para ello tendrás que aclarar los siguientes puntos:
*¿Quiénes deberían participar en un diálogo para establecer las normas de comportamiento que van a regir la vida escolar? ¿Cuáles son los actores que se van a ver afectados por estas reglas y que podrían estar interesados en dar su opinión?
*¿Dónde, cómo y cuándo podría establecerse un proceso de diálogo para aclarar las normas? ¿Cómo podría asegurarse la participación de todos los implicados?
*¿Cómo se van a seleccionar las normas elaboradas entre todos? ¿Cuál podría ser el procedimiento más conveniente para garantizar que todos los participantes están de acuerdo con ellas? ¿Qué deberíamos hacer si alguien no está de acuerdo con un punto en concreto? ¿Tendríamos que continuar dialogando hasta alcanzar la unanimidad? ¿O sería mejor decidir mediante votaciones globales? ¿Qué problemas podría tener esta medida?
*¿Es este el procedimiento que se ha seguido en tu centro para elaborar las reglas que deben seguir los miembros de la comunidad escolar? ¿Cómo se ha elaborado las normas de tu centro educativo? ¿Cuáles te parece que son las ventajas e inconvenientes que tiene el procedimiento propuesto por la ética dialógica de Apel y Habermas? ¿Consideras que este método podría aplicarse en otros ámbitos e instituciones?
h) Ahora un dilema moral:
Entre los millones de judíos que murieron en los campos de exterminio nazis durante la II Guerra Mundial se encontraba Ana Frank, quien se hizo célebre por su famoso Diario, un testimonio vivo del horror que supuso el nazismo. Antes de ser apresada, Ana vivió oculta junto con su familia y otras personas en una casa de Ámsterdam, sin más contacto con el exterior que el de unos pocos amigos que les proporcionaban ropa, alimento y libros.
Imagina que tú eres una de las personas que ayudaron a Ana y que un día recibes la visita de un oficial nazi preguntando si conoces el escondite de la familia Frank. ¿Qué deberías hacer? ¿Tendrías que decir la verdad o mentir para proteger las vidas de tus amigos? Argumenta cómo habría que actuar en un caso como este según la ética kantiana.
(Martí Orriols X.- Prestel Alfonso C. VAL 4. Valores éticos. Editorial Vicens Vives Secundaria.2016. AA.VV. Eso 4 Valores éticos. Editorial Anaya.Madrid.2016. Vicenta LLorca Darias)