1.El Siglo de las Luces.
A lo largo del siglo XVIII, diversos países europeos disfrutaron de un gran optimismo y de una total confianza en los poderes y capacidades humanas como pocas veces ha sucedido en la historia occidental. En todas partes, la gran impulsora de este optimismo fue la burguesía. Sin embargo, la formación de la Ilustración fue un proceso largo y lleno de dificultades; tuvo sus raíces en la euforia intelectual del Renacimiento, en el racionalismo de Descartes y en el pensamiento empirista inglés.
En todos los países donde brilló el pensamiento ilustrado se emplearon expresiones simbólicas para referirse a la época. Fue corriente la metáfora de la luz para indicar que las tinieblas de la ignorancia habían quedado atrás y que, a partir de aquel momento, la razón brillaría en todas partes. En Francia, donde el movimiento tenía a sus difusores más apasionados, se hablaba del Siglo de las Luces. Estas luces, a fines de siglo, propiciaron un resultado político sin precedentes: la Revolución Francesa de 1789.
La Ilustración francesa siguió el camino abierto y trazado por la Ilustración inglesa, la luz (light), encendida por Locke y Newton a fines del siglo XVII. En el mismo siglo XVIII, Hume trató de iluminar las posibilidades y garantías de nuestras investigaciones basándose en el análisis de la naturaleza humana.
En Alemania, Kant, arraigado tanto en el racionalismo como en el empirismo, veía la Ilustración como la salida del hombre de la edad infantil, entendiendo por esta edad aquella época en que el hombre es incapaz de utilizar la razón sin la dirección de otro.
En otros países, como Italia o España, la Luz del siglo brilló con muy poca intensidad. Italia, después de su época de esplendor, presentaba una situación de decadencia tanto en la filosofía como en la ciencia.
Por lo que respecta a España, en el siglo XVIII, debido al aislamiento cultural que había sido impuesto por Felipe II y sus sucesores, se mantenía una situación de oscuridad que contrastaba con el esplendor intelectual que florecía más allá de los Pirineos. Las aportaciones intelectuales de Cadalso o Jovellanos, o de científicos como Elhúyar, no llegaron a alcanzar su objetivo de reducir el atraso filosófico y científico que se vivía en España.
2.Grandes temas de la Ilustración.
Podemos señalar algunos de ellos:
-Confianza en el poder de la razón. La razón se consideraba como una herramienta eficaz y única para resolver todos los problemas humanos, un valioso instrumento que puede aclarar todo tipo de cuestiones, tanto de orden filosófico como de orden religioso, político o social. La razón es una luz esclarecedora y autosuficiente que libera al ser humano de los prejuicios, de las supersticiones, de la ignorancia y de las tradiciones irracionales.
-Fe en el progreso científico. La razón humana (con la ayuda de la matemática y de la experiencia) nos capacita para conocer las leyes de la naturaleza y para intervenir en ella en beneficio propio. De este modo, la actividad científica posibilitará el progreso constante en la vida de los humanos y la obtención de la más alta perfección. Un profundo optimismo late en el corazón de los ilustrados, un optimismo que cree en la bondad del ser humano y en la posibilidad de alcanzar una felicidad general.
-El deísmo. Muchos de los ilustrados son deístas, es decir, no aceptan una religión sobrenatural llena de misterios, sino una religión sometida al criterio de la razón. La razón indica la necesidad de una Causa Primera explicativa del mundo, de un Ser eterno o de una Inteligencia creadora y ordenadora del universo; sin embargo, este Ser es un Dios que no altera el curso de su obra natural ni muestra un cuidado cotidiano de la vida de los humanos. Este Dios es la divinidad presente en el fondo de todas las religiones; por esto, el deísmo exige tolerancia hacia todas las opciones religiosas.
-Apología de la tolerancia. Los ilustrados defienden la necesidad de respetar los diversos tipos de ideas (religiosas, políticas…) y rechaza las condenas dogmáticas.
-Necesidad de educación. La educación, instrumento clave del progreso, conduce al ser humano desde la ignorancia y el vacío de su mente hasta la plena realización personal y social, La educación ilustrada convierte al alumno en una persona capaz de valerse de su propia razón; se rechaza la enseñanza repetitiva y dogmática. La educación tendrá que ser el mejor medio para difundir la cultura y para destruir cualquier tipo de prejuicios, de intolerancias y de oscurantismo.
-Crítica del poder político. Los hombres, seres dotados de razón, no pueden vivir en un régimen político absolutista. El poder no es un derecho hereditario, sino que se origina en la nación soberana. Locke ya había justificado y legitimado la sumisión del rey al Parlamento y, asimismo, la separación de poderes. Los ilustrados franceses leyeron y asumieron la filosofía política de Locke y, a fines del siglo XVIII, Francia derrocó la monarquía.
3. Pensadoras ilustradas.
Los ideales de igualdad y progreso de la Ilustración llevaron a algunos pensadores a reconsiderar el estatus de la mujer, hasta entonces sin acceso a la educación superior ni a la participación política. Para Condorcet mantener esta desigualdad, impedía también obtenerla entre los hombres, pues éstos no pueden ser libres e iguales si no se libera a las mujeres y se les concede la plena ciudadanía.
Además, durante esta época se empiezan a escribir obras filosóficas divulgativas, prescindiendo del latín (comprensible solo para los universitarios), de manera que también las mujeres, aun sin haber asistido a la universidad, podían leerlas. Gracias a ello, numerosas damas de clase social privilegiada conocieron los ideales de la Ilustración, e incluso contribuyeron a formarlos y divulgarlos. Émilie de Châtelet (1706-1749) fue la traductora al francés de los Principia de Newton y escribió diversos ensayos sobre filosofía del lenguaje, como La Gramática razonada. Mary Wollstonecraft, escritora inglesa y autora de la novela Frankenstein, se trasladó a Francia para vivir de cerca la Revolución. Escribió la Vindicación de los derechos de la mujer, donde proclamaba la necesaria igualdad entre sexos. Olympe de Gouges (1748- 1793) escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, obra en que plasmaba la aspiración femenina a la plena ciudadanía.
(Lorenzo Vallmajó Riera. Historia de la FILOSOFÍA. Editorial Edebé. Barcelona. 2009)