CONTRATO SEXUAL
Los grandes pensadores de las teorías políticas en torno al contrato social, tales como Jean-Jacques Rousseau, Thomas Hobbes y John Locke, recurren a la abstracción teórica del contrato para explicar el origen de la sociedad moderna mediante el pacto del grupo (entendido este como grupo de hombres), que libremente estipula las reglas que regirán la comunidad. Desde la mirada androcéntrica y patriarcal las diferentes teorías sobre el contrato social se han olvidado del pacto entre hombres que garantiza el derecho político de estos sobre las mujeres y permite la reproducción del orden social patriarcal. Este será el pacto originario que Carole Pateman, en 1988, denominará el “contrato sexual”.
Así, recurriendo a la herramienta teórica del contrato, Pateman critica a los grandes pensadores que olvidan la mitad de la historia. La autora incorpora al contrato el sentido de la diferencia sexual para explicar el origen del patriarcado mediante el pacto originario entre varones: este garantiza la subordinación de las mujeres y, con ello, el acceso al cuerpo de las mismas, dividiéndolas en dos instituciones patriarcales: el matrimonio y la prostitución. Este pacto entre varones se constituye sobre estas dos instituciones complementarias que garantizan el acceso sexual al cuerpo de las mujeres, separándolas entre aquellas que son de uso colectivo por todos los varones y aquellas que son de uso individual y exclusivo de un solo varón.
Por tanto, este contrato se articula en torno a la heterodesignación patriarcal que establece la dicotómica división entre las mujeres públicas y privadas; las decentes e indecentes; en definitiva, las santas y las putas. Ambas están adscritas a relaciones de dominación patriarcal, pues en los dos casos su identidad depende de la relación de subordinación que establecen con los hombres, sea esta a través del matrimonio o dela prostitución.
Como expone Pateman, el contrato de matrimonio se constituía como una réplica a pequeña escala del contrato sexual original, a través del cual los miembros de la fraternidad masculina se garantizarían la propiedad de una mujer. Esta propiedad se materializaba en el hecho de adquirir, por parte del marido, el derecho a la libre disposición del cuerpo, la sexualidad y el tiempo de su mujer. Por tanto, el acceso al cuerpo de la esposa con fines sexuales se conceptualizaba como un derecho conyugal adquirido por el marido. La firma del contrato de matrimonio significaba, entre otras cuestiones, la disponibilidad sexual de la esposa para el marido cuando este desease. Lo que argumenta Pateman- como ya hiciera también Simone de Beauvoir en El segundo sexo- es que el correlato del matrimonio es la prostitución, donde también se hace patente el derecho sexual de los hombres sobre las mujeres que, en este caso de la prostitución, no son propiedad exclusiva de un solo hombre, sino de todos ellos, pudiendo disponer colectivamente del cuerpo, la sexualidad y el tiempo de las mujeres prostituidas. En este sentido, Adrienne Rich sostiene que la ley del derecho sexual masculino sobre las mujeres “justifica, por una parte, la prostitución como presupuesto cultural universal y, por otra, defiende la esclavitud sexual dentro de la familia”.
En épocas previas, los grandes roles tradicionalmente asignados a las mujeres que constituyen el contrato sexual giraban en torno a la complacencia masculina. No obstante, en la época actual las mujeres, en muchas ocasiones y cada vez en más partes del planeta, tienen posibilidades de quebrar el rol de mujer privada para erigirse como sujetos con entidad propia, cuya vida no gira en torno a la complacencia del hombre. Al quebrar uno de los roles tradicionales, la tendencia que se observa es que el otro rol- la mujer pública- se refuerza y gana importancia, auspiciado, además, por una industria de la explotación sexual interesa en seguir reproduciéndolo. Por esto, la prostitución ha de ser resignificada como uno de los resortes fundamentales para mantener el statu quo de los patriarcados contemporáneos. Rosa Cobo afirma que “a medida que algunas mujeres pueden desasirse del dominio masculino y conquistan parcelas de individualidad y autonomía, otras son más intensamente dominadas y explotadas por el sistema patriarcal” a través de la prostitución.
(Beatriz Ranea. Breve diccionario de feminismo. Rosa Cobo y Beatriz Ranea (eds). Ediciones Catarata. Madrid. 2020)